Fuente: http://www.vidanueva.es/
Los verdaderos valores de los jóvenes católicos españoles
FERNANDO VIDAL FERNÁNDEZ, profesor de Sociología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid | Algunos medios y líderes se empeñan en alimentar una imagen retrógrada de los jóvenes religiosos en general, los católicos en particular y, muy en especial, de los jóvenes católicos practicantes. En cambio, los datos nos demuestran que los jóvenes católicos, muy especialmente los practicantes, son mayores creadores de activación, confianza y sociabilidad.
Son, también, más creadores de confianza social e institucional, de valor, tejido social y excelencia; son más demócratas, mayores creadores de moralidad pública, más pacíficos y pacifistas, más fieles y serenos; más solidarios con los pobres y excluidos, más ecologistas y más asociativos en casi todos los sectores. Hay ideológicamente un grupo grande de izquierdas y también de derechas.
No se trata de compararnos con superioridad moral con los no creyentes, sino de afirmar con justicia que los jóvenes católicos tienen una serie de valores y compromisos que quieren poner al servicio de la sociedad junto con todo el resto.
En una encuesta internacional realizada a los participantes del Foro Social Mundial de Portoalegre, el resultado mostró que dos tercios de ellos eran personas religiosas.
La sociedad civil española reconoce la muy relevante contribución de la comunidad católica, especialmente los jóvenes, al sector de solidaridad, tanto en el país como la internacional, así como al voluntariado. En los más duros barrios de exclusión extrema de nuestro país están jóvenes católicos conviviendo y prestando ayuda…
Y, sin embargo, la imagen que predomina es la del anuncio de Amo a Laura. ¿Qué es lo que ocurre?
Los jóvenes católicos españoles aman a Laura, pero no son como ella
La agencia internacional de publicidad BBDO realizó para la MTV en el año 2006 una campaña publicitaria con el título “No Mires MTV”, en la que una organización ficticia llamada “Asociación Nuevo Renacer”, cuyo lema era Por una Juventud Sin Mácula, promovía una campaña en la que un grupo también ficticio (“Los Happiness”, “Los Felices”) interpretaba una pegadiza canción titulada Amo a Laura pero esperaré hasta el matrimonio. Los datos nos dicen que también el tipo de joven católico que mostraba es ficticio.
Amo a Laura era una mera campaña, pero prendió en la atención de la opinión pública durante su semana de rigor. Por las tensiones vividas en la sociedad española durante los últimos años, existía receptividad para la sátira, y así lo diagnosticaron los publicistas.
Una parte de los medios, una parte de los líderes pastorales y una mayor actividad mediática del catolicismo conservador han logrado escorar la imagen pública de la juventud católica haciéndole perder los rasgos parroquiales, sociales y de pluralidad.
Se ha orillado pastoral y mediáticamente la gran pluralidad y universalidad del mundo católico, dando una imagen monolítica (donde la pluralidad se convierte en sospechosa o se margina), ultraconservadora (cualquier apoyo o vínculo que no sea a la derecha política es estigmatizado) y agresiva (que sigue el modelo de la Mayoría Moral liderada por el evangelismo republicano estadounidense). Si bien ello ha podido causar encontronazos con el 10% de la población que soporta el laicismo, el mayor malestar ante esta estrategia se sufre en el seno de la propia Iglesia.
Con el Síndrome de Flanders hacemos referencia al conocido personaje de Los Simpson, y consiste en que, para la opinión pública, la imagen de las personas religiosas en general y cristianas en especial se reduce a ese perfil ultraconservador, intolerante, simplista y particularista que más alcance mediático tiene, pero que, sin embargo, no refleja a la mayoría, que es más plural, compleja y universal en la vida real y cotidiana. Además, con esa denominación no perdemos el imprescindible buen humor católico con que nos divirtió Amo a Laura.
¿Sufren los jóvenes católicos españoles el Síndrome de Flanders?
Vamos a examinar a continuación cuáles son los rasgos que contradicen el Síndrome de Flanders y, por lo tanto, no pretendemos hacer un retrato general. Los datos que vamos a exponer1 no son un acto de orgullo, sino que, más bien, proponemos un ejercicio de romper tópicos.
- Jóvenes católicos de izquierdas y de derechas.
Parece que esa diferencia entre el 35% y el 28% no permite sostener que claramente exista un exclusivismo conservador en el sector. Pero si vemos los porcentajes de los que tienen posicionamiento ideológico entre los católicos no practicantes, la relación cambia: el 46% se declara de centro político, el 37% de izquierdas y el 17% de derechas (CIS, 2009, jóvenes entre 15 y 29 años).
Si sumamos a los jóvenes católicos practicantes o no, que se posicionan ideológicamente (que no dicen que no es ninguna su ideología o no saben ni contestan), el resultado nos dice que el 47% son de centro, el 34% de izquierdas y el 19% de derechas. Parece que la imagen del retrato que quieren vender –y con el que quieren vender– se rompe.
- Creadores de activación, confianza y sociabilidad.
En primer lugar, los jóvenes religiosos son más sociables: en una escala del 1 al 10, el 21% de los jóvenes religiosos creen que lo son mucho, mientras que piensan lo mismo el 14,8% de los no religiosos.
Los jóvenes religiosos también son más optimistas: consideran que lo son mucho el 20% de los religiosos, frente al 16% de los no religiosos.
Son más luchadores (25% lo son mucho, frente al 15% de los no religiosos) y se sienten más seguros de sí mismos (19% de los jóvenes religiosos, frente al 14% de no religiosos).
En conclusión, los jóvenes religiosos muestran un perfil social más activo, emprendedor y sociable.
- Creadores de confianza social.
- Creadores de valor, tejido social y excelencia.
Los jóvenes católicos practicantes españoles (en comparación con las otras categorías de no practicantes, indiferentes, ateos o agnósticos) son los que valoran más en su vida la vida moral y digna, a los amigos, el tiempo libre o de ocio, los estudios, la formación y la competencia profesional, y también son los que valoran menos el trabajo. Es decir, están más enfocados a la excelencia y el disfrute que a la ocupación y el dinero.
Los católicos son los que más valoran la familia como grupo, y valoran en menor medida las relaciones binarias, como son aspectos tales como la pareja y una vida sexual satisfactoria.
Es decir, son en mayor medida creadores de valores como la amistad, la familia, el tiempo libre, la excelencia, la formación de capital humano y, a la vez, promueven más una vida no tan tomada por el trabajo.
- Creadores de confianza institucional.
Los resultados de la misma encuesta sostienen que los jóvenes católicos practicantes son los que menos desconfianza e irritación sienten hacia la política. El 30% de los jóvenes católicos practicantes siente desconfianza respecto a la política, en comparación con el 45% de los agnósticos, el 37% de los ateos, el 37% de los indiferentes, el 35% de los no creyentes, el 34% de los de otras religiones o el 37% de los católicos no practicantes. Los católicos practicantes son, según la misma encuesta, los que muestran mayor confianza en las ONG, partidos, sindicatos, en el Parlamento y en la Monarquía.
- Más demócratas.
Además, los jóvenes católicos practicantes son los que creen más importante votar siempre en las elecciones (42%, frente al 38,5% de agnósticos, el 38% de ateos, el 29% de indiferentes, el 28% de no creyentes, el 29% de otras religiones o el 38% de no practicantes).
- Creadores de moralidad pública.
La encuesta del CIS nos muestra que los jóvenes católicos son los que más piensan que no se debe evadir impuestos: el 50% de los jóvenes católicos, frente al 46% de agnósticos, el 47% de ateos, el 39% de indiferentes y el 46% de no creyentes.
Efectivamente, la Encuesta SM constata que los católicos, por ejemplo, son los que ven menos justificado evitar pagar un billete en algún transporte público.
Los jóvenes religiosos creen en mucha mayor medida que hay que obedecer las leyes, casi el doble de porcentaje en la máxima calificación que cualquier otra categoría.
- Más pacíficos y pacifistas.
También son los que creen en mayor medida que nunca está justificada la pena de muerte, el suicidio ni tampoco causar destrozos en la calle, como rayar coches, romper papeleras, farolas, etc., o hacer ruido los fines de semana molestando a los vecinos. También son los que menos justifican el aborto y la eutanasia. En conclusión, los jóvenes católicos practicantes españoles son más pacifistas y pacíficos.
- Más fieles y serenos.
- Más solidarios con los pobres y excluidos.
Según los datos del CIS, los jóvenes católicos practicantes españoles creen en mucha mayor medida que hay que “ayudar a la gente que en nuestro país vive peor que tú” (lo considera muy importante el 55% de los practicantes, en comparación del 41% de los agnósticos, el 48% de los ateos, el 37% de los indiferentes, el 41% de los no creyentes o el 45% de los no practicantes).
Y también son los que más creen que hay que “ayudar a la gente que en otras partes del mundo vive peor que tú”: el 57,5% de los practicantes, en comparación con el 40% de los no practicantes, el 39% de los agnósticos, el 47% de los ateos, el 34% de los indiferentes, el 41% de los no creyentes.
Además, esa mayor solidaridad no solo se ve en el voluntariado o en la ayuda, sino también en el modelo social que apoyan. Según la Encuesta SM (2009), los jóvenes católicos practicantes son los que menos apoyan que haya que dejar libremente que el mercado funcione sin intervención del Estado.
- Más ecologistas.
- Más asociativos.
Los católicos en general pertenecen más a asociaciones deportivas (7-8%), que es el sector asociativo más frecuente. Pero, además, los católicos practicantes son los que más pertenecen a asociaciones educativas, artísticas o culturales (5%, frente al 2% de indiferentes, 3,7% de agnósticos y 3,2% de ateos, 2,9% de católicos no muy practicantes y el 3% de católicos no practicantes); los que más participan en asociaciones juveniles como scouts, guías, clubes juveniles (4,2%, frente al 1,8% de indiferentes, 2,4% de agnósticos, 12,5% de ateos); los católicos practicantes también son los que más pertenecen a asociaciones que defienden los Derechos Humanos y están más en asociaciones de cooperación internacional para el desarrollo.
Están claramente en menor proporción que otros tipos de jóvenes según creencia religiosa en asociaciones feministas. Pero los católicos son los que están más en asociaciones ecologistas o de medioambiente.
Los católicos practicantes también son los que militan más en partidos políticos: lo hace el 1,1% de los jóvenes católicos practicantes, frente al 0,6-0,8% de los no creyentes.
Para los demás y para todos
Todo lo dicho no es para el orgullo, sino para mostrar que hay valores que queremos poner con todos al servicio del bien común y, especialmente, de los que sufren. No solo se quiere dar, sino que se quiere compartir. Y somos conscientes de que los católicos tenemos mucho que aprender, y que los no creyentes, los creyentes de otras confesiones, el mundo en su creciente diversidad, nos tienen muchísimo que enseñar. Pero justo es reconocer que también tenemos mucho que aportar y, precisamente, muchas veces son los otros los que nos hacen sentir más esa responsabilidad.
Nuestro país necesita una reconciliación en la cuestión religiosa. Como dijo Benedicto XVI en su última visita a Santiago de Compostela, es urgente superar la ideologización y la manipulación de Dios para defender intereses que no le son propios. Hay intereses de un extremo y del otro en que domine una imagen ultraconservadora de los católicos en general y de los jóvenes católicos en especial.
Conforme no reconozcamos la sana pluralidad cultural y política de los miembros de la comunidad católica, estaremos no solo dejando sin hogar pastoral a cientos de miles de jóvenes, sino cometiendo una injusticia.
Es urgente una pastoral de acogida que sea universal y comunitaria, tradicional y creativa, con gusto por lo religioso y compromiso con los más vulnerables, inclusiva y valiente, cooperativa y respetuosa, con amor a la verdad, el bien y la belleza.
Hoy en día sigue siendo una deuda de la cultura religiosa de nuestro país el asumir el paradigma pastoral jacobeo de crear puentes y caminos. Habilitar senderos para que la grey podamos andar juntos por en medio del camino sin sentirse nadie perdido, ni al margen, ni echado al monte, ni en la cuneta.
Difícilmente gozaremos de mejor ocasión para reflexionar sobre esto que celebrando una Jornada Mundial de la Juventud al lado del que por naturaleza es constructor de puentes, el pontífice, Benedicto XVI.
Nota
1. Hemos hecho uso de dos fuentes recientes, los informes de juventud que cíclicamente hacen dos instituciones: la Fundación SM y el INJUVE. Para el primero, usamos los datos difundidos en la publicación dirigida por Juan González-Anleo y Pedro González Blasco (Jóvenes españoles 2010, Fundación SM, Madrid, 2010); y para el segundo, realizamos una explotación expresamente para este escrito gracias a que el CIS facilita la base de datos (Estudio número 2818, www.cis.es).
En el nº 2.764 de Vida Nueva.
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